Acudí en París durante mis años de estudios a una manifestación política que me recuerda al Perú contemporáneo. Aquel día, el líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen aseguraba que su gobierno obligaría a los jóvenes a que mantuvieran castidad absoluta hasta llegar al matrimonio.
-¡Una sola solución… La masturbación!
Un grupo juvenil hacía el coro. Pálidos, nerviosos, con ojos relucientes, cantaban con titubeos la consigna.
De esa misma forma, pálido, nervioso, con los ojos relucientes y con muchos titubeos, el ministro de Educación, Daniel Alfaro, mantuvo esta semana una entrevista televisiva. En ella, trató de explicar los "ajustes" en los textos escolares sobre sexualidad y género que su sector está realizando.
En los llamados cuadernos de comprensión lectora, por ejemplo, el congresista Rubén Condori da la razón a Hitler, cuando señala que las prostitutas, los ambiciosos y los comunistas tienen generalmente orígenes judíos y que la homosexualidad es una inconducta similar. Quizás ignora que su admirado Hitler lo habría gaseado por su apellido andino.
El otro paradigma de la derecha, Rafael Rey, abomina de los homosexuales y de la unión civil, y por su parte, Cassandra Figueroa y Fernando Maestre dictan cátedra sobre castidad y virginidad obligatorias entre los adolescentes.
El ministro aseguró que esos textos eran para sólo para fomentar una "libre" discusión entre los alumnos. Sin embargo, el periodista le mostró otra cartilla con las "respuestas correctas" que el maestro tiene que exigir.
Acto seguido, Alfaro dijo que- antes de ser publicados- esos textos iban a ser discutidos. Al día siguiente y a pesar de la ley mordaza, "La República" mostró que 157 mil manuales ya habían sido publicados y distribuidos. Por fin, Educación está diciendo que "los libros están siendo reemplazados." Pero, ¿se puede reemplazar lo distribuido?
Esa enfermiza obsesión sexual es resultado de la capitulación del gobierno ante las sectas "evangélicas" que se han manifestado contra la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres así como contra la mera existencia de los homosexuales a quienes uno de los líderes "cristianos" condenó con la expresión: "Cuando veas a dos mujeres homosexuales, degüéllalas." Y por fin, es la muestra definitiva de que una dictadura arcaica- presidida por la alianza aprofujimorista se ha entronizado sobre el país y ha acabado con el estado laico.
Los consejeros que impusieron estos trasnochados mandatos sexuales lo hicieron supuestamente poseídos de una incontenible fe cristiana que se contradice con la perversidad que en otros aspectos muestran.
Perversa, por ejemplo, es la ley de muerte civil que echa de sus puestos de trabajo a quienes penaron largas décadas de cárcel, y añade este castigo sobre los que ya sufrieron. Tanto ellos como sus familias quedan reducidos a la indigencia en mérito de una ley que no se aplica a los apologistas de Fujimori, seguidores conscientes de un bárbaro terrorismo de Estado.
Resulta increíble que nadie la haya impugnado en el Congreso por el hecho elemental de que no se puede legislar para el pasado. Es decir, se dan penas para aquellos que de hoy en adelante infrinjan la ley, pero de ninguna manera para quienes ya pagaron sus culpas…a menos que se les quiera descuartizar.
Los autores intelectuales de las cartillas no encuentran oposición en el Congreso. Imponen lo que se les antoje, desde la ley mordaza hasta la muerte civil y esta castración moral de nuestros jóvenes. La crueldad de algunos congresistas y la cobardía de quienes deberían refutarlos nos están mandando de vuelta al pasado y a la barbarie.
Durante el siglo XIX, la iglesia obligaba a que los casados usaran la tabla de Semana Santa: una separación de madera que impedía a sus cuerpos rozarse durante los días del viacrucis.
Creíamos que eso había pasado. No es así. Además de cerrar el paso de la mujer y de maltratar a los homosexuales, la nueva dictadura pretende crear una juventud condenada a la castidad y a rezar en silencio: "una sola solución, la masturbación."